DOMINGO DE RAMOS: "EL MISTERIO DEL DIOS SUFRIENTE”





Cada día nos escandalizamos menos de tantos atropellos. Los Medios nos cauterizan el corazón. Hartos de barbaridades, las integramos sin más. Lo hacen los detentadores de este injusto sistema económico, y nos lo enseñan a hacer. En su inconsciencia hecha costumbre, no asumen responsabilidad alguna de los horrores que causan. Sólo cuentan sus ganancias. Nunca miran a sus víctimas. Todo les resulta maleable para sacar su provecho. Incluso utilizan la disidencia y la convierten en objeto de consumo. Así el sufrimiento y el martirio de los inocentes está servido. Esta inconsciencia e insensibilidad ante el sufrimiento provocado viene también a sucedernos a muchos de nosotros: sólo nos movemos por el dinero, y mantenemos la sensibilidad social cauterizada.


Las celebraciones de Semana Santa, partiendo hoy del marco clamoroso de la manifestación en favor de Jesús, nos abren al abismo de contemplar el gran escándalo. El abominable martirio público del inocente Hijo de Dios. Pero, de mantener la inconsciencia de la fe, corremos el riesgo de edulcorar la historia y convertirla en artículo de consumo costumbrista, turístico o sentimental. Salmo 21: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza". La angustia y el grito de Jesús y de los agonizantes, no llegan a los oídos de los espectadores; y algunos llegan a pensar que Dios mismo esta cauterizado.

La lectura de la Pasión nos planta el oído y el rostro ante el misterio del hombre acosado por la barbarie y el del Dios sufriente, decidido a padecer junto al hombre hasta derramar su última gota de sangre. Por tres días nos encontraremos ante el abismo del hombre y su locura; y ante el de un Dios absorto por la locura y el pecado de su creatura. Marcos: "Jesús les dice: 'Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: 'Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas'". Escándalo ante Dios y ante el hombre, que mantienen la sensibilidad absorta en semejante locura. Filipenses 2: "Así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo". Es Dios quien nos despierta al tercer día, poniéndolo todo en el lugar que había soñado con la Resurrección de su Hijo. "Después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea". Y Él vuelve a tomar el pastoreo del bien, de la historia.

Mira. Contempla. Despierta. Todo es para el bien de todos. Jesús nos devuelve la sensibilidad para recrear un mundo diferente, sin muerte ni pasión horrenda para el inocente. En la resurrección nos ha devuelto el poder para el bien. Y hemos de utilizarlo. La obediencia del Hijo, su fidelidad en el centro de la barbarie, le eleva ante nuestros ojos para que aprendamos a vivir una vida nueva. Alejémonos de la inconsciencia y la insensibilidad ante el dolor y el drama de los inocentes violentados, empobrecidos y crucificados. Isaías 50: "Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento". Con la cruz, Dios nos espabiló la escucha, el habla y la mirada del alma. Es hora de escuchar, contemplar y comunicar; de expresar una palabra de aliento y libertad a una humanidad rota y pérdida en su inconsciencia, atrapada por el látigo miserable del dios dinero. Para eso, recuperemos la sensibilidad y dejémonos cautivar por el amor de Dios. Cristo va delante. No dudó en dejarse atrapar en el centro del laberinto de las pasiones humanas, y en sufrir todas sus horribles consecuencias. Y es así como nos despertó a su amor. Pongámonos en marcha.

Semana Santa: Tiempo de gracia. Mira al que traspasaron. Míralo en la preciosa liturgia de estos días. Contémplalo en silencio en los pasos de las procesionales. Déjate atrapar por el dolor expresado en esa cruz que muestra el camino para afrontar el sufrimiento, el dolor y la muerte de los inocentes; de los masacrados por el poder de aquellos que han perdido la sensibilidad y la misericordia. Anda tú, junto a ellos, por caminos de paz, de luz, de amor entregado, de compasión y de liberación. Con tu fe, cada día comienza lo nuevo, lo que da esperanza, lo que mantiene al mundo vivo y activo en favor del bien. No te dejes atrapar por la inconsciencia del mal. Despierta. Espabila. Aprovecha este tiempo de luz. Ten siempre presente a Jesús, que te dice, "aprende de Mí, que soy manso y humilde de corazón. Y encontrarás el descanso". Descansa.

Antonio García Rubio.

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