APUNTES PARA LA VIDA: EL CATOLICISMO POPULAR




Cuando en un pueblo ha inculturado el Evangelio, como es el caso de España, llegado el tiempo de las celebraciones de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, la gente no necesita convocatoria alguna para llenar templos, calles y plazas para celebrar los Santo Oficios y ver las imágenes de su advocacion familiar.

La piedad popular de estos días, es la respuesta de la fe de los sencillos frente a los ideólogos sociales, que desearía silenciar el sentimiento religioso y ocupar solo ellos la “plaza pública”. Se puede decir que la sociedad se ha secularizado, pero el individuo no. Porque son los simples ciudadanos, los que en cada lugar, época y generación recrean permanentemente los sucesos finales de la vida de Jesús de Nazaret.
Las expresiones multitudinarias de Semana Santa no deben ser valoradas como algo superficiales y costumbristas. Ellas, no están vacías de contenidos, sino que se viven y expresan más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental. Se trata de una verdadera espiritualidad encarnada en la idiosincrasia de nuestro pueblo, que encierra una gran carga misionera para comunicar a las nuevas generaciones los elementos nucleares del cristianismo.
Digamos que es una manera legítima de vivir la fe cristiana, una forma de sentirse parte de una gran muchedumbre de pueblos y naciones que están en el seno de la Iglesia católica. Su expresividad, arte y colorido a través de signos, símbolos y ritos han configurado el tejido social, cultural y hasta culinario, en los siglos de historia de cualquier pueblo de nuestra geografía española.
Esta religiosidad popular, es presentada en muchos medios de comunicación, dominados por una mentalidad secularista, como cosas pintorescas y de otros tiempos. Pero la demanda de información y retrasmisiones de los diversos actos de semana santeros, es altísima. El secreto de su éxito se encuentra en que: desde las más sencillas procesiones hasta las más conocidas de las grandes ciudades, tocan el corazón, los sentimientos y los vínculos más insondables del ser humano. Esos ingredientes, no dejan indiferente al espectador por muy alejado que se encuentre de esta fenomenología religiosa. Ello es así, porque cada pueblo es el creador de su cultura y protagonista de su historia.
Ahora bien, algunos pueden pensar que en este mundo del catolicismo popular español no es todo “oro lo que reluce”, que tiene muchos elementos que purificar desde la praxis cristiana, y que tiene el peligro de quedarse reducido a lo puramente cultural y folclórico. Pero no se debería de olvidar que en esta vida nada es perfecto, toda expresión y acto humano, aunque sea una manifestación religiosa de siglos, es mejorable. Sin embargo, como dice el Papa Francisco: “Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sino amar. Sólo desde la connaturalidad afectiva que da el amor podemos apreciar la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres. Pienso en la fe firme de esas madres al lado del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario aunque no sepan hilvanar la proposiciones del Credo, o en tanta carga de esperanza derramada en un vela que se enciende en un humilde hogar para pedir la ayuda a María, o a esas miradas de amor entrañable al Cristo crucificado” (EG 125).
Juan del Río Martín.
Arzobispo Castrense de España. 

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