Vacaciones, también en familia - VN nº 2812



EDITORIAL VIDA NUEVA | Las vacaciones son necesarias. Y no porque sea imprescindible salir de viaje a destinos exóticos y alojarse en lujosos hoteles donde degustar los manjares más exquisitos; una opción que, por desgracia, está cada vez más lejos de una mayoría creciente de ciudadanos, tal y como se han puesto las cosas en los últimos años. Lo necesario de las vacaciones es el descanso, desconectar, pararse, tomar distancia de lo cotidiano y respirar –o resoplar, si es necesario–, para emprender de nuevo el camino, con fuerzas renovadas o, al menos, aliviado de ciertas cargas.
En estas últimas semanas, en Vida Nueva hemos ofrecido varias pistas para que los de verano sean unos meses provechosos: regalar el propio tiempo a favor de los demás, en propuestas solidarias de todo tipo, o invertirlo en uno mismo, dedicando este tiempo a formarse, a ensanchar el espíritu, perdiéndose en un monasterio si hace falta, a leer y desconectar o reflexionar, y hasta a descubrir África
Esta semana tocamos una penúltima dimensión: la familiar. Quizás el verano es el único período, junto con las Navidades, en que se diluyen las excusas para encontrarse con la familia. Quienes viven lejos intentan sacar unos días para regresar a los orígenes, disfrutar de unos padres que se van haciendo mayores, presentar a un nuevo sobrino, reunirse con tíos y primos aunque solo sea para comer juntos el domingo, celebrar la superación de una enfermedad…
Especialmente emotivo es el caso de Águeda y Alejandro, que recogemos en el A fondocuando a ella le diagnosticaron ELA, decidieron emprender su soñado y siempre pospuesto Camino de Santiago, y lo hicieron con los niños a cuestas.
Ojalá que este verano esté lleno de
ocasiones para descubrirnos como familia
y de vivencias que podamos
atesorar como bellos recuerdos. Nos ayudarán
para el próximo curso.
La experiencia les resultó tan enriquecedora que fundaron El Camino En Familia, para organizar y facilitar las peregrinaciones a Compostela a aquellos que están deseando que lleguen las vacaciones para pasar más tiempo juntos, quererse y regar esa relación fundamental, a la que, por lo general, el resto del año no podemos dedicarle todo el esfuerzo que nos gustaría. O, a veces, todo el que deberíamos…
Asusta leer esas estadísticas según las cuales una gran parte de los divorcios se producen a la vuelta de las vacaciones. Quizás es que nos hemos acostumbrado tanto a vivir para nosotros mismos que nos cuesta ‘compartirnos’ con los demás, incluso con nuestra pareja y nuestros hijos.
En una sociedad que prima la individualidad y el hedonismo por encima de todo, en la que el trabajo se está convirtiendo en el único parámetro del éxito (tanto asciendes/cobras, tanto vales), la familia se deja, a veces, en ese espacio al que le dedicamos el tiempo “que nos sobra”, por eso vamos retrasando llamar por teléfono a una madre, o nos cuesta encontrar la manera de sentarnos a intentar razonar con el hijo adolescente, o de tomar un café y charlar con los abuelos que, durante el curso, son prácticamente solo canguros de los pequeños…
Ojalá que este verano esté lleno de ocasiones para descubrirnos como familia y de vivencias que podamos atesorar como bellos recuerdos. Nos ayudarán para el próximo curso…
¡Felices vacaciones a todos!
En el nº 2.812 de Vida Nueva. Agosto de 2012

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

El ciri Pasqual

LA FESTA DE TOTS SANTS A LA CATEQUESI

Lectures de Maria