Martín Velasco: “El futuro del cristianismo es incierto”
El teólogo reflexiona en el Instituto Superior de Pastoral
sobre la recepción del Vaticano II
FRAN OTERO - V.N. | No serán pocos los
eventos que este año recordarán el 50º aniversario del Concilio Vaticano II.
Así lo hará la 23ª Semana de
Teología Pastoral –que organiza el Instituto Superior de Pastoral (ISP), de la
Universidad Pontificia de Salamanca– en los próximos días 24, 25 y 26 de enero. El teólogo y
profesor del ISP Juan de Dios Martín
Velasco será uno de los ponentes, con una conferencia en
la que abordará el futuro del Concilio Vaticano II.
La 23ª Semana de Teología Pastoral lleva por título Recibir el Concilio 50 años después. En
declaraciones a Vida Nueva,
Martín Velasco opina que el Concilio puede colaborar en algunas reformas
importantes de tipo institucional que necesita la Iglesia; que si se aplicasen,
provocarían una organización más acorde.
Esta nueva forma, continúa,
pasa por un cambio en la
organización del poder en la Iglesia, por la incorporación
de los seglares,
“que no se ha hecho”; por dar un lugar a las mujeres; por reformular verdades
para hacerlas inteligibles hoy, así como nuevos modos de ejercicios de los
sacramentos, susceptibles de ser acogidas por el hombre actual.
Más
allá de esto, Martín Velasco no separa la perspectiva de futuro del Concilio
Vaticano II del futuro del
cristianismo, “un futuro incierto” por la crisis de fe y
del fracaso en su transmisión.
“Hay
una forma de cristianismo –muy centrado en la Gran Iglesia, con una
organización rígida, con su centro en la jerarquía y que regula las creencias
de los fieles– que está en crisis, ya no rige la vida social; un cristianismo que parece imposible que permanezca por
la desinstitucionalización e individualización en la Iglesia católica”.
“Sin el
Concilio, estaríamos peor”
Contra
lo que dicen algunas voces, Martín Velasco cree que esta crisis no es reponsabilidad del Vaticano II,
más aún, asegura que si la Iglesia no hubiese pasado por el Concilio, “se
hubiese visto más afectada”.
Eso sí,
reconoce que, como en todas las organizaciones muy estructuradas, el desarrollo
y la forma de organización posterior al Concilio pudo crear algunas crisis.
Así las
cosas, se plantea los posibles
escenarios que pueden surgir en el futuro: la desaparición
en algunos países, aunque no es lo probable; un cristianismo diluido, que solo
se mantuviese a través de sus grandes creaciones culturales e inventos pero sin
referencias; o que se prolongase la situación actual, con un cristianismo que se parapeta, y
adopta una postura defensiva, para responder a la crisis y tiende a hacerse
sectario, y con un cristianismo liberal, que se adapta tanto que apenas
mantiene su identidad.
Ante
esta situación poco halagüeña, el teólogo afirma, en la línea de Benedicto XVI,
que el cristianismo “solo
perdurará si responde a la crisis radical en la que está”. “El
cristianismo necesita que se remedie esto y que se regenere la fe de las
comunidades cristianas con la experiencia de fe. En definitiva, o el
cristianismo se hace místico o no podrá seguir siendo cristianismo”.
Vida Nueva
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