La Paraula de Déu, el cor de la catequesi
La Palabra de Dios, alma de la catequesis
1. La catequesis retorna a la fuente primaria de la Palabra de Dios
En la Iglesia, por mucho tiempo se dio una incomprensible separación entre Palabra de Dios y catequesis hasta que el Concilio Vaticano II
invitó al retorno de la catequesis a la fuente primaria de la Palabra
de Dios, expresada sobre todo en la Biblia; a repensarla en función de
la educación de la fe como actitud existencial y global de la persona, y
a reubicarla en un proyecto de Iglesia más de comunión y de servicio.
Esta nueva mentalidad postconciliar trastocó otros campos significativos
relacionados
con la catequesis:
con la catequesis:
• el resurgimiento del primado de la evangelización,
• su dimensión antropológica,
• sensibilidad socio-política,
• la opción por los adultos,
• centralidad de la comunidad,
• valorización de los medios y de los lenguajes no verbales entre otros
• su dimensión antropológica,
• sensibilidad socio-política,
• la opción por los adultos,
• centralidad de la comunidad,
• valorización de los medios y de los lenguajes no verbales entre otros
Se trata
de dar el paso de una catequesis centrada en un compendio de doctrinas
(catecismos) y la importancia de la memorización de fórmulas
catequísticas, a una catequesis que tiene su fuente en la Palabra de
Dios.
Para el
Vaticano II, la Sagrada Escritura es el alma de toda la teología" y
agrega "también el ministerio de la palabra, esto es, la predicación
pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso
que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre
saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la
Escritura (Dei Verbum
24). Por ende, la Sagrada Escritura es también el alma de la catequesis
y de toda instrucción religiosa. Como la Biblia es Palabra de Dios
escrita hay que evitar acercarse a ella como simples curiosos; se debe
tratar de que la Biblia se convierta más y más en el corazón de la vida
eclesial y del trabajo pastoral. El objetivo es que los cristianos se
descubran unidos en la Palabra de Dios, que les convoca. Que la
catequesis se transforme, encontrando sus raíces en la meditación de la
Palabra de Dios y brotando de ella.
2. Jesucristo, la más alta expresión de la Palabra de Dios
La más alta expresión de la palabra de Dios es Jesucristo, Él mismo es la Palabra; es el Verbo de Dios (Jn 1,14),
el evangelista Juan afirma que la propia Palabra de Dios se hizo para
nosotros acontecimiento histórico, persona. Dios decidió entrar de un
modo nuevo y definitivo en la historia humana enviando a su Hijo con un
cuerpo semejante al nuestro para caminar con el hombre, él se reveló de
una manera concreta, vivencial e histórica para bien de la humanidad. El
corazón del Evangelio es la revelación del verdadero Hijo de Dios,
plenitud y culmen de la autocomunicación de Dios (DV
2). Así se entiende que Cristo es el centro de la catequesis, por ser
el acontecimiento principal de la historia de la Salvación. La historia
de la salvación se encuentra íntimamente relacionada con el misterio de
Cristo (LG 1-2, DV 2). Él es el punto de referencia de los otros acontecimientos y su más auténtico comentario.
El Directorio General para la Catequesis No. 81, al definir la finalidad de la catequesis como la "comunión con Jesucristo", dice: La
comunión con Jesucristo, por su propia dinámica impulsa al discípulo a
unirse con todo, aquello con lo que el propio Jesucristo estaba
profundamente unido: con Dios, su Padre, que le había enviado al mundo y
con el Espíritu Santo, que le impulsaba a la misión; con la Iglesia, su
cuerpo, por la cual se entregó; con los hombres, sus hermanos, cuya
suerte quiso compartir.
Los obispos dijeron en Medellín, que querían una catequesis: Que tenga como centro de toda la educación de la fe la figura de Jesucristo que camina con el pueblo y con los pobres (Medellín,
8,6). La centralidad de Cristo en la catequesis constituye un rasgo
sustancial de su identidad y se presenta también como un aspecto
cualificante y liberador de su desarrollo en cualquier encuentro
catequético (DGC
103-104). Por su parte, el documento de Puebla al referirse a la
catequesis en su misión evangelizadora en América Latina, menciona que la
catequesis deberá tomar como fuente principal la Sagrada Escritura,
leída en el contexto de la vida, a la luz de la Tradición y del
Magisterio de la Iglesia, transmitiendo, además, el Símbolo de la fe;
por lo tanto, dará importancia al apostolado bíblico, difundiendo la
Palabra de Dios, formando grupos bíblicos (DP 1001).
3. Palabra de Dios, fuente del contenido de la catequesis
La
exhortación apostólica Catechesi Tradendae menciona de manera más
tajante y clara menciona, que la única fuente de la catequesis es la
Palabra de Dios, dando muestra de una verdadera conciliación entre la
catequesis y la Biblia: La catequesis extraerá siempre su contenido
de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la
Tradición y la Escritura, dado que la Tradición y la Escritura
constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la
Iglesia, el ministerio de la Palabra, que incluye la predicación
pastoral, la catequesis, toda instrucción cristiana reciba de la Palabra
de la Escritura alimento saludable y por ella dé frutos de santidad (CT 27).
La
catequesis es, ante todo, anuncio de Jesucristo, en la plenitud de su
persona y de su misterio; es el centro indiscutible de la transmisión
catequística y punto de referencia obligado para todo contenido de la
catequesis. El misterio de Cristo ilumina todo el contenido de la
catequesis. Hay que referir al Hijo de Dios encarnando los diversos
elementos bíblicos, evangélicos, eclesiales e incluso humanos y
cósmicos, que la enseñanza catequética debe asumir y explicar.
La
catequesis tiende a desarrollar la inteligencia del misterio de Cristo a
la luz de la Palabra, para que el hombre entero sea impregnado por ella
y así seguir a Cristo, pensar, juzgar, actuar y esperar como Él. El fin
definitivo de la catequesis es poner no sólo en contacto sino en
comunión, en intimidad con Jesucristo, es el ser o existir en Cristo.
Sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos
partícipes de la vida de la Santísima Trinidad (CT
5). Es el fin definitivo que la catequesis comparte con toda las
actividades pastorales y misionales de la Iglesia. La Sagrada Escritura
es, en efecto, el alma y el libro de la catequesis, el libro por
excelencia de la catequesis, mucho más que un simple subsidio.
4. Palabra de Dios y catequesis conducen a la comunión con Dios
Palabra de
Dios y catequesis están en estrecha unión porque llevan a la comunión
de Dios con el hombre. Esto se debe a que el propósito primordial de la
Palabra de Dios es querer entrar en comunión con el hombre, la
catequesis por su parte quiere realizar el servicio de ser instrumento y
signo de este encuentro que tiene lugar en lo más profundo de la
persona.
El deseo
de Dios de entrar en comunión con el hombre se expresa a lo largo de la
historia de la salvación. De ahí el interés de comprender la
automanifestación de Dios, pues lejos de agotarse en una simple
comunicación de algunas verdades, aunque sean importantes, la Palabra de
Dios se presenta más bien como la intervención divina, potente y
misteriosa, en la que Dios se comunica a sí mismo y comunica su proyecto
de comunión y de salvación en favor del hombre. La DV 1 dice: "mediante
esta revelación el Dios invisible, llevado por su gran amor, habla a
los hombres como amigo y se entretiene con ellos para invitarlos a la
comunión consigo y recibirlos en su compañía”.
Esta
relación entre la Palabra de Dios y la catequesis, ha de tomar en cuenta
que el orden de la fe es orden de relaciones personales y concretas, y
no tanto de ideas, ya que la revelación es diálogo existencial de una
Persona con el Hombre, ordenado a descorrer el velo del significado
salvífico que las experiencias y los valores verdaderamente humanos
encierran. No se puede olvidar el aspecto de memoria que posee la
catequesis. La catequesis constituye un lugar privilegiado donde sigue
resonando la Palabra de Dios en la historia, en sus diversas formas. La
catequesis debe repensar y transmitir la fe en los términos culturales
de cada región y de cada pueblo interpretando las experiencias humanas a
la luz de la Palabra de Dios (DGC
110). Las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente
humanas forman parte indiscutible del contenido de la catequesis. Y
deben ser interpretadas seriamente dentro de su contexto actual.
Formació de catequistes, Conferencia Episcopal de Costa Rica
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada