Oración y compasión, título homilético del V Domingo del tiempo ordinario, B (4-2-2018) “Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se me hace eterna la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba”. Así se lamenta Job, deprimido y agobiado por su enfermedad (Job 7,4). Su experiencia es la de muchas personas enfermas, a las que se les hace larga la noche. En su origen, la palabra “enfermo” refleja la situación de la persona que no tiene apoyo suficiente para sostenerse en pie. Los síntomas de las enfermedades pueden variar, pero el sentimiento de sentirse débil e incapacitado para moverse es común a todos los que se ven aquejados por el dolor. Pero a la luz de la fe, podemos confesar con el salmista: “El Señor sana los corazones destrozados y venda sus heridas (Sal 146,3). Aunque san Pablo se refiera a sus relaciones con los paganos y con los que dudaban de su fe, sería bueno hacer nuestra su propia confesión: “Me he hecho débil con los débiles, para ganar a l...