Descansar en Dios
C uando entramos en una casa nos invitan a sentarnos. Es el primer gesto de cortesía. Sólo se recibe de pie a un cobrador, a un vendedor o cuando se trata de asuntos de trámite. (...) Recuerdo mis años en la selva peruana. La mayor descortesía era entrar en la casa de un campesino y no aceptar el asiento que te ofrecían con cariño: "Pase a descansar o descanse "por" el banquito". Tardé tiempo en enterarme de que para ellos descansar significaba, en ese caso, sentarse y que no hacerlo era la mayor grosería que se podía cometer con ellos.